“Quien cuida también necesita cuidados”, gritan las enfermeras de Brasil y del Sur Global

Cerca de dos millones de personas ejercen la enfermería en Brasil, con una aplastante mayoría de mujeres, que prestan servicios en el llamado SUS, o Seguro Único de Salud, el servicio público de sanidad del país más grande y poblado de América Latina.
Allí, como en casi todo el Sur Global, es cada vez más habitual que las enfermeras padezcan problemas psicológicos y físicos, sea por la excesiva carga horaria, el ambiente o las condiciones de trabajo, que han llevado el sufrimiento emocional a límites epidémicos, según el Consejo Federal de Enfermería (COFEN) de Brasil, responsable por regular y fiscalizar el ejercicio profesional en el país y promover estudios y campañas para su perfeccionamiento.
El COFEN, también, discute y aplica estrategias para reducir el sufrimiento de las profesionales del sector, además de ofrecer apoyo personal, mientras coordina las luchas y propone políticas para mejorar las condiciones de trabajo en enfermería.
Así como lo hacen los médicos, las enfermeras brasileñas realizan un juramento al graduarse: el del cuidado integral a las personas que requieren cuidados. Por eso, y muy especialmente tras la pandemia de la covid-19, que visibilizó el trabajo de los profesionales de la salud y lo llevó definitivamente a los primeros puestos de clasificaciones de los empleos más estresantes del mundo, las enfermeras brasileñas responden a los nuevos escenarios y desafíos —que incluye la emigración a países como Alemania, Canadá, Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda, Irlanda y Emiratos Árabes Unidos— con organización de clase y capacitación.
Si el número de nuevas enfermeras no supera el de las enfermeras por pensionarse y el de las alejadas por las malas condiciones, una parte relevante de la fuerza laboral en salud disponible se encontrará envejecida, especialmente en el Sur Global
La fuerza de trabajo en salud es extremadamente relevante para quien necesita ser cuidado. Lo es también para la organización y la resiliencia de los países. Con este entendimiento, y operando en un mundo a cuya interconexión (también en materia sanitaria) se le ha sumado una polarización y un auge extremista que atiza conflictos y crisis humanitarias, Brasil incluyó en la última cumbre del G-20, que presidió, la propuesta de alcanzar un compromiso explícito con la calificación profesional y la gestión migratoria de la fuerza de trabajo en salud, lo que presupone un gran punto de partida para avanzar hacia nueva era de cooperación, inteligente, con foco e impacto.
La propuesta impulsa la búsqueda de soluciones colaborativas para mejorar la salud tanto a nivel local como global, y para fortalecer las respuestas ante futuras emergencias, reconociendo que existe interdependencia en materia sanitaria y que el sufrimiento de una parcela relevante de los profesionales de salud de un país podrá ser en breve la realidad de todas las naciones.
Prevención, producción local de medicamentos, impacto del cambio climático en la sanidad y la importancia del abordaje a través del concepto “una salud”, que integra salud humana, animal y del ambiente, son las prioridades establecidas para avanzar en esa cooperación impulsada desde Brasil.
Estos lineamientos, voluntades y esfuerzos tienen razones fundamentadas: la población mundial continuará creciendo hasta 10.000 millones en 2080 y las proyecciones de la ONU indican que la expectativa de vida alcanzará los 77,4 años en 2054. Esto significa una gran cantidad de personas demandando cuidados en un contexto en el que, si el número de nuevas enfermeras no supera el de las enfermeras por pensionarse y el de las alejadas de la profesión por las malas condiciones de trabajo, una parte relevante de la fuerza laboral en salud disponible se encontrará envejecida, especialmente en el Sur Global.
Por la misión que protagonizan, las enfermeras deben recuperar un sentimiento de reconocimiento social. Para ello es vital un tipo de cooperación internacional que sea capaz de facilitar y permitir el intercambio de buenas prácticas relacionadas con la protección de los trabajadores de la salud y a la promoción de condiciones laborales dignas, donde quiera que sea.
Salarios justos, culturas de seguridad de los servicios prestados, ambientes saludables de trabajo y el estímulo al equilibrio entre vida personal y trabajo son fundamentales para reducir el desgaste profesional y la fatiga
Una de las reivindicaciones del COFEN, que el Gobierno brasileño analiza, es la creación de una carrera federal específica para profesionales de la enfermería que actúan en territorios indígenas. Esas enfermeras son esenciales para prestar asistencia a comunidades per se vulnerables, pero enfrentan condiciones precarias de infraestructura para realizar su trabajo.
Las enfermeras son la fuerza motriz de los sistemas de salud. Su notoriedad en el enfrentamiento de la pandemia, la ejecución de la acción clave de la inmunización y el reconocimiento al arduo trabajo en la línea de frente del combate al virus, permitieron lanzar luz sobre la gran vulnerabilidad a la que se exponen en sus rutinas de trabajo, sus jornadas extensas, los turnos de pie y otras muchas exigencias, que fueron y son problemas comunes que pueden llevar a la fatiga compasiva y al agotamiento.
Los abordajes para encontrar soluciones adecuadas deben ser pensados en el contexto de los sistemas nacionales de salud, pero dada la interconexión y la interdependencia global en materia sanitaria, su éxito necesita de una robusta cooperación internacional, tanto Sur-Sur, como Norte-Sur y triangular.
Calificar, retener y proteger a los profesionales de la salud depende, en gran medida, de decisiones políticas relacionadas con formación, remuneración y otros incentivos, que propician condiciones laborales dignas para el trabajo. Salarios justos, culturas de seguridad de los servicios prestados, ambientes saludables de trabajo y el estímulo al equilibrio entre vida personal y trabajo son fundamentales para reducir el desgaste profesional y la fatiga.
Se trata de crear ambientes saludables de trabajo —considerando su impacto en la salud y el bienestar personal y social— mediante el diseño y ejecución de soluciones innovadoras y creativas que respondan de forma efectiva a las necesidades laborales, físicas y emocionales de los trabajadores.
La inversión en el bienestar de los profesionales de la salud, sobre todo de las enfermeras que actúan en la puerta de entrada de los sistemas de salud, como la atención primaria, potencializa la eficacia y la sustentabilidad de estos sistemas.
La enfermería posee un papel fundamental en los cuidados esenciales y puede mejorar la cobertura y la calidad de la asistencia prestada. En beneficio de todos, es hora de cuidar a las que cuidan. En Brasil y en todo el mundo.
EL PAÍS